Columna hidromasaje.

-Uno como estos quiero yo para el baño- pensé mientras observaba la columna de hidromasaje de la ducha de la habitación de hotel. Es que, le da otro aire al baño ¿no? total, ya metidos en reforma... además, debe venir bien para cuando uno llega de trabajar con la espalda hecha una única contractura.

La columna en cuestión contaba con ocho pitorricos de los que sale agua, otros dos para los pies, una ducha de mano, otro de cascada, termoregulador, tres ruletas, programador, y otras tres cosas que debían de ser... debían de ser... yo que sé para que servían. Una monada.

El caso es que me meto en la ducha, y acciono la primera ruleta. Mierda que frío. Salía agua helada de los pitorricos de en medio que apuntaban entre las rodillas y el abdomen. Subo la temperatura y le doy a otro programa. Sigue saliendo fría pero esta vez me mojaba también los pies. Le doy a la ruleta, y subo la temperatura. Oigo click!. El agua sale desordenadamente de todos los rincones de la ducha y está subiendo peligrosamente la temperatura. Le doy a bajar, pero no oigo click. Esta vez el agua sigue saliendo en todas direcciones, pero esta vez a ráfagas. El vapor no me deja ver. Me quemo. Lucho por mi temperatura corporal contra la ciencia sin éxito. Trato de pararlo. No se para. Mi cuerpo reacciona defensivamente abriendo la mampara y saltando metro y medio fuera, mientras hago aspavientos para refrigerarme. Parezco un pollo escaldado. Encima esa nave de Star Trek convertida en ducha no se para y tengo que entrar a pararlo. El agua sale por la puerta del baño y yo no me atrevo a acercarme.

Decididamente tienes razón, guapa. Tu ganas. El baño, con ducha tradicional, y ya esta. ¿Vale? Pero la madera del plato de ducha sigue siendo una monada!